Delicias del huerto

Una de las cosas que más nos empujaba a venir a la sierra, era poder tener un huerto. Llevábamos años estudiando agroecología, soñando con una vida rural relativamente cerca de alguna ciudad y con ganas de poner en práctica tanta teoría! Lo primero que hicimos fué buscar un trabajo, etapa que nos sirvió para acercarnos a la ruralidad antes de dar el salto definitivo. Pasó un tiempo hasta que encontramos la casa de alquiler idónea, ya que las más chulas o son de segunda residencia o suelen alquilarse para el verano. Y cuyo requisito indispensable era que tuviera terreno para un huerto o la posibilidad de montarlo en una parcela cercana.

 

 

Aunque al principio nos queríamos morir porque el supuesto huerto no eran más que chopos, zarzas y pedruscos, pronto empezamos a ver la luz. Y todo gracias a nuestros caseros (Ángel y Ángela), que se encargaron de despejar la parcela y ponernos el huerto en bandeja. La sensación de ver cómo se iba creando hueco para el huerto es indescriptible y poco a poco fuimos visualizando como podría llegar a quedar: estudiando la inclinación del terreno para que funcionara la reguera y la planeando la distribución de las variedades teniendo en cuenta los principios de la Asociación de Cultivos.

Comenzamos compartiendolo con ellos. Estaba genial porque nos iban dando la pauta campesina de cómo se cultiva siguiendo las reglas «de toda la vida»; y que la mayoría de las veces contradecía la teoría de los libros que traíamos bajo el brazo. Este es ya el cuarto ciclo de cultivo y el primero que nos hemos lanzado a sembrar toda la parcela, aunque echamos de menos coincidir con Ángel, Ángela y su madre Teodora, que con más de 90 años no os podéis imaginar cómo tiene el huerto. Si nos da permiso, compartiremos un vídeo en el que se la ve hazada en mano plantanto patatas!

Esto de cultivar nos ha cambiado la vida en muchos sentidos. Es cierto que da trabajo, pero tomado con calma y sin eslomarse ¡es muy gratificante! Nosotros lo hacemos todo a hazada, aunque algún día nos animaremos con el motocultor -popularmente conocido como «mulilla»- ya que facilita muchísimo la tarea pues te deja la tierra suelta, hace los surcos y mezcla el compost, aunque haya que empujar. Los tres primeros años Ángela llamó a un tractor para que le diera una pasadita a la tierra. Éste, como nos gusta experimentar, hemos aplicado un sistema de inspiración japo que aboga por no roturar el terreno y los resultados no están siendo nada malos, a pesar de las dos granizadas veraniegas de las que medio nos hemos librado. Nosotros el huerto cnos lo tomamos con mucha filosofía, cultivamos para el autoconsumo, nos gusta hacer conservas y tener detallitos vegetales con las visitas y la familia.

En la foto de abajo podéis ver unos zapallitos argentinos, toda una rareza por estas tierras, pero que están muy ricos. Son una especie de calabacín+calabaza tirando a dulces y se pueden cocinar de mil maneras: a la plancha con sal gorda, rellenos y al horno, en crema… Aquí la gente no los conoce pero cuando los prueban no tardan en pedirnos semillas! El intercambio de semillas es uno de los encantos que tiene todo esto de cultivar porque interactúas con otra gente y contribuyes a la conservación de variedades adaptadas al territorio. La verdad que es un mundillo donse se lleva bastante compartir ideas, trucos, semillas, productos, maquinaria… y hasta terreno!

Practicamos una agricultura orgánica (que implica en parte no emplear ningún tipo de producto químico o de síntesis) y nos guiamos por los principios de la Asociación de Cultivos de la que ya os hablaremos porque es un tema interesantísimo. Pero para no dejar a nadie con la miel en los labios, se trata de cultivar las diferentes variedades junto a otras con las que, digamos, se llevan bien, ya sea porque se benefician mutuamente o porque una de ellas beneficia a la otra. Hay toda una ciencia entorno al tema pero al final acaba siendo algo bastante intuitivo y que en el fondo se aprende con los años. La cultura de asociar unos cultivos a otros atendiendo a criterios de agroecológicos se aplica también al control de plagas. Éstas se pueden combatir, bien colocando plantas insectífugas junto a los cultivos afectados o sensibles a determinadas plagas o bien con remedios ecológicos caseros.


Pero lo que más nos gusta es llenar la cesta de la huerta de productos frescos, llenar la despensa conservas e intercambiar con vecinos y amigos esos productos aventajados que no sabes dónde meterlos! Y sobretodo cocinar con lo que tu mism@ has cultivado impregnando con tanto cariño todos los pasos del proceso, desde que pones las semillitas hasta que degustas un plato casero en buena compañía!



 

I ♥ Growing Plants

Delicias del huerto – Cultivo orgánico – Mundo Lanar

4 comentarios en “Delicias del huerto”

  1. leer lo que hacen en la tierra es terapia de relajacion para mi…. cuando vengo acelerada del trabajo entro al blog y mientras me tomo un tecito me vuelo a la sierra y me olvido de todo….

    1. Lo que tenés que hacer es tomarte un vuelo para venir a vernos y hacer terapia ayudándonos a cuidar la huerta! El tecito lo cambiamos por unas birras entre los espantapájaros. Me alegra saber que este rincón desacelera!!!

      DIY & DIS (dO iT yOURSELF aND dO iI sLOW)

    1. Gracias! ^_^
      Pues en un patio puede dar para muuucho! Aquí te dejamos un link con referencias de huertos urbanos por si te ape sacar ideillas bit.ly/Wvcw5P
      Ah! y si quieres sacarle jugo a tu espacio investiga «HUERTOS VERTICALES». A nosotros nos apasiona!!
      Un saludo!

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